Testimonios
Historias de fe, esperanza e intercesión
La Asociación recibe miles de testimonios cada año que muestran la generosidad del amor de Dios en respuesta a las oraciones hechas a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. En gratitud por la intercesión de María y las bendiciones de Dios, la Asociación de la Medalla Milagrosa publica partes de estas historias.
Testimonios compartidos
¡La intercesión de María es muy poderosa!
Mi esposo ya no podía caminar. Lo habían aceptado en un hogar de ancianos en mi comunidad porque los que queríamos tenían una larga lista de espera. Allí recibió abusos muchas veces, y, de hecho tuvo un accidente que lo dejó paralizado. Estaba como loca intentando sacarlo de ahí y llevarlo a un mejor lugar. Finalmente, frustrada, recurrí a mi Madre María y le prometí que rezaría una Novena del Rosario de 54 días (27 en petición y 27 en acción de gracias). Al tercer día de estar rezando el Rosario, recibí una llamada de un maravilloso hogar de ancianos diciéndome que aceptarían a mi esposo. La intercesión de María es muy poderosa, y yo siempre llevo su Medalla Milagrosa. Ya estoy por terminar los 27 días de acción de gracias. ¡María es una verdadera Madre!
—Massachusetts
Soy testimonio vivo del poder de la intercesión de la Virgen Santísima
Llevo más de 25 años rezando el Rosario todos los días. La Virgen nunca me ha fallado. He vencido el cáncer dos veces. Tuve un accidente de carro que me dejó las piernas atrapadas. Gracias a la intercesión de María, pude volver a caminar. También sobreviví a un derrame cerebral. Hoy estoy aquí de pie, como testimonio vivo del poder que tiene la Virgen cuando intercede por nosotros.
—Delaware
He encontrado el camino que Dios creó para mí
Antes de encontrar a Dios y hacerme católico, mi vida era básicamente un desastre. Si no me hubiera alejado de la iglesia a la que asistía antes, no habría pasado por todo lo que viví. Me sentía atrapado física, mental y espiritualmente. Un día, sentí el deseo de ir a una iglesia católica para ver cómo era. Y en cuanto entré, sentí algo dentro de mí que nunca había experimentado en toda mi vida. Ese algo era para mí la presencia real del Espíritu Santo en la iglesia. Lo que más me inspiró fue que, ese día, mi corazón se abrió a la fe. En mi iglesia anterior jamás sentí lo que sentí ese día. Mi papá fue católico de niño, pero hacía muchos años que no iba a misa. Lo llevé conmigo, y terminó regresando a la fe católica. Incluso recibió el sacramento de la Confirmación. Esto me ha inspirado a mí también a retomar un camino que mi bisabuelo no pudo completar. Él fue al seminario, pero no se ordenó sacerdote porque se enamoró. Ahora yo estoy considerando seriamente una vocación al sacerdocio. Siento que desde que encontré a Dios, mi vida ha cambiado por completo. Me llena de alegría poder recibir los sacramentos, y me siento feliz de pertenecer a una parroquia, que realmente forma parte del plan de Dios. Mi relación con Dios se ha profundizado. He encontrado el camino que él preparó para mí.
—Pensilvania
